Otro podio surrealista.

Hamilton imparable, debacle de Ferrari y denuncia de Renault

La segunda carrera de la temporada express de F1 marcada por la crisis sanitaria del Covid-19 dejó lecturas más claras y una visión más realista de la situación actual de la categoría reina que en la primera cita, donde varios accidentes y abandonos arrojaron una distorsión de la realidad que ya se ha disipado y más o menos se puede predecir lo qué va a pasar en las próximas carreras.

Valteri Bottas dio la sorpresa en la carrera inaugural con un consistente triunfo a bordo de su Mercedes, pero ya Lewis Hamilton ha vuelto por sus fueros dominando de principio a fin. El británico no dio opción y, lo más importante, el Mercedes W11 es un supercoche. Rápido a rabiar pero con un comportamiento excelente. Ni siquiera el prometedor Red Bull RB16, con su excelsa aerodinámica y un motor Honda que evoluciona favorablemente, es suficiente para parar a los de Stuttgart, que van flechados a por un nuevo mundial.

Red Bull RB16.

Y hablando del RB16, mucho se dice de la penosa situación de Ferrari, pero los energéticos tampoco deberían respirar muy tranquilos. Y es que el gran aliciente del equipo austríaco es Max Verstappen, si no estuviera, ¿dónde estarían? El holandés aguantó en segunda posición como un jabato pese a la implacable persecución de Bottas. Su equipo acertó a priori en la estrategia para cubrrise del finlandés de Mercedes, pero poco pudo hacer cuando al final de la carrera los neumáticos del nórdico estaban mejor y su coche literalmente volaba. Pero Verstappen no lo puso fácil y a Bottas le costó pasarle, demostrando que el Red Bull en curvas de poca velocidad es muy bueno. Al segundo Red Bull le falla algo llamado Alex Albon. La distancia entre él y su compañero era un mundo. Pasó casi toda la carrera en tierra de nadie. Su superioridad mecánica le valió para derrotar a Carlos Sainz con un coche netamente inferior, pero al final de la carrera sólo el exceso de agresividad de Pérez le salvaron de perder el cuarto puesto. No es piloto para Red Bull, a lo sumo para el equipo B, ese que ahora llaman Alpha Tauri. Claro que tampoco los pilotos de ese equipo están para subirlos al principal, ni tampoco en la academia de jóvenes hay ahora mismo nadie que despunte. Por lo pronto parece que el tailandés aguantará su sitio en Red Bull porque no supone amenaza alguna para Max, pero un equipo así necesitaría un piloto con más mordiente y capaz de traer puntos y podios de forma más regular. ¿Volverá Sebastian Vettel en 2020 a la casa que tanto éxito le reportó?

La debable de Ferrari.

De Ferrari poco hay que decir. Están en una situación crítica. El sábado sólo Vettel fue capaz de llegar a la Q3 y no pasó del 10º. Se antojaba una carrera complicada donde sus principales contendientes este año, Racing Point y McLaren, les pasarían por encima. Pero la Ley de Murphy fue implacable con los de Maranello y esta vez la pifia la cometió Leclerc, que en una maniobra demasiado optimista se llevó puesto a su compañero en la primera curva tras la salida. El coche de Vettel perdió el alerón trasero y Leclerc destrozó su fondo plano. La imagen de los dos en cola delante de boxes que terminó con el abandono de ambos fue patética. Visto lo visto, ¿cómo pretenden llegar a la carrera de Mugello en septiembre donde quieren celebrar sus 1.000 GGPP en la F1? 

El GP de Estiria me dejó dos conclusiones: hay un equipo cuyos pilotos no están a la altura de su coche, y otro donde su coche no está a la altura de sus pilotos. El primero es Racing Point y el segundo, McLaren.

Racing Point.

Vamos con el primero. Son la sensación a la vez que la polémica de esta temporada, porque todos afirman que la formación propiedad de Lawrence Stroll en realidad usan un coche que es un calco del Mercedes del año pasado. Y es que el Racing Point Mercedes RP20 es un misil. Sus pilotos no clasificaron bien, pero la remontada de Pérez del 17º a casi el cuarto, que finalmente fue sexto por su exceso de ímpetu contra Albon, fue épica, todo un espectáculo. Pérez es ya todo un veterano de la categoría, en la que parece que tiene su continuidad asegurada gracias al inagotable dinero de Carlos Slim y Telmex, es un piloto que cae bien y simpático, pero que a día de hoy y salvo aquel terrible año 2013 en McLaren, ningún equipo puntero se ha interesado por él. Es regular, no suele tener accidentes y en ocasiones hace alguna carrera para el recuerdo y se sube al podio, pero son muchos años sin despuntar y a mi modo de ver las cosas, no es una opción interesante para un equipo grande, sí lo es económicamente para un equipo de mitad para abajo. De su compañero Stroll, hijo del dueño del equipo, no hace falta decir mucho más, pero lo cierto es que no pudo con Ricciardo y un Renault claramente inferior, de hecho, llegó Lando Norris y se los ventiló a los dos y a Pérez. Un coche que en manos de un buen piloto pondría en serios apuros a Red Bull. Un coche sobre el que planea la sombra de la ilegalidad, que Renault ha denunciado y que se va a someter a una inspección por presunta violación del artículo 6 del Reglamento de la F1.

McLaren.

Y terminamos con McLaren. Los de Woking progresan pero sobre todo gracias a que cuentan con dos pilotos superclase como son Carlos Sainz y Lando Norris. El español logró un meritorio tercer puesto en clasificación, y que pese a que hubiese sido superado por Bottas y Albon por mayor poderío mecánico, tenía un quinto asegurado –o más visto la pifia de los Racing Point-, pero una pésima parada en boxes le arruinó la carrera. Por lo menos Lando estuvo ahí, y cuando vio que Stroll no podía con Ricciardo y Pérez se tocó con Albon, olió la sangre, se tiró y terminó quinto, de nuevo, la joven promesa británica puso a su equipo en un lugar donde no le correspondía. Y es que McLaren están segundos en el Mundial de constructores.

Nada más reseñable por el momento. La semana que viene es el GP de Hungría. Por ahora es el único circuito lento de este mundial donde la carga aerodinámica es lo fundamental. Algunos equipos ya se apuntan a ser favoritos, pero eso lo dicen ellos. Habrá que esperar a que baje la bandera a cuadros.