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Bristol Cars dice adios tras 75 años de historia

Triste noticia para el mundo del automovilismo. Bristol Cars, icónico fabricante británico de deportivos que iniciase su actividad en 1945 ha anunciado su entrada en bancarrota tras declarar deudas millonarias con sus acreedores. 

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Ya en 2011 la firma declaró el concurso de acreedores por su dificultades financieras, pero el empresario Kamal Siddiqi la adquirió y ha ejercido como director general de la misma hasta ahora.

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Bristol Cars fue fundada en 1945 en Filton como subsidiaria de la Bristol Airplane Company, empresa célebre por fabricar los bombarderos Blenheim. Tras acabar la II Guerra Mundial, Bristol, que empleaba a 70.000 personas para la fabricación de material de guerra, se vio en una complicada situación dado que al llegar los tiempos de paz, debería reducir drásticamente su plantilla debido a que la demanda de aviones bajó de manera exponencial.

Es por eso que el Gobierno británico recomendó diversificar la actividad hacia la producción de automóviles. El hecho de que dispusieron de la patente para producir el viejo motor BMW de seis cilindros de antes de la II GM que motorizase a los 327/328 facilitó las cosas. 

El primer coche de Bristol fue el modelo 400, con un aspecto muy similar a los BMW 327 de antes de la contienda. Su sucesor, el 401 también mostraba “su ADN” BMW en su diseño frontal. La serie 404/405 mostraba un diseño muy audaz inspirado en la aviación. Algunos pequeños fabricantes británicos, como AC Cars, emplearon el motor de seis cilindros Bristol-BMW para algunos de sus coches, como los Ace, Aceca o Greyhound.

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A partir del modelo 408 Bristol deja de producir el viejo motor BMW y equipa sus coches con potentes motores V8 procedentes de Chrysler, uniéndose a ese elenco de fabricantes que producían deportivos europeos con mecánicas de los EEUU, como Facel Vega, Iso o Jensen, entre otros.

La producción de coches de Bristol siempre fue muy artesanal y puede afirmarse que nunca hubo dos coches exactamente iguales. Los últimos coches producidos como los Blenheim y Fighter equipaban motores Dodge V10. Una de las curiosidades de Bristol es que desde finales de los 70 sus coches llevaban los nombres de los aviones construidos años atrás por la empresa como los Britannia, Brigand o Beaufighter.

Bristol añade una gota más al constante desangrado de la industria británica del motor, donde sus principales fabricantes están en manos extranjeras y los más minoritarios o bien sobreviven a duras penas o van muriendo poco a poco.

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