Acosta, Ajo y Fernández.

Un día en Brno de buenas y malas sorpresas

Es difícil recordar una carrera tan inédita y loca en MotoGP como la que se vivió el pasado domingo en Brno con motivo del GP de la República Checa. Y es que incluir la palabra “revolución” en el titular de nuestra crónica no fue algo semántico. La carrera fue toda una revolución en tanto y en cuanto ninguno de los pilotos favoritos al título de este año estuvo más adelante del séptimo puesto y el triunfo fue algo totalmente inesperado tanto para el piloto como para su moto, sobre todo porque fue una prueba en condiciones de absoluta normalidad, en seco, con sol, sin lluvia ni fenómenos climáticos adversos.

La victoria del sudafricano Brad Binder supone una gran noticia en varios aspectos. Por un lado se confirma que estamos ante un nuevo talento del motociclismo que viene avalado por un mundial de Moto3 y un subcampeonato de Moto2. Es rápido, luchador y muy duro. Suma su primera victoria en MotoGP en su tercera carrera, igual que Jorge Lorenzo, lo que pasa es que el mallorquín ganó con la mejor moto de ese momento, la Yamaha, pero el Afrikaner lo hace con una KTM, una firma sin victorias en la clase reina y considerada como uno de los patitos feos de la parrilla. Por este otro lado, el triunfo de la moto austríaca es un acicate para que la marca afiance su proyecto en MotoGP, porque, ¿qué ocurrió por ejemplo con Kawasaki en su momento que le llevó a abandonar la categoría y refugiarse en SBK? Hace falta que otros fabricantes puedan ser alternativa al dominio histórico de Honda y Yamaha junto a Ducati y Suzuki. Y puede ser también un atractivo para otras firmas que quieran aterrizar en el Mundial y no lo vean muy claro. Y una más, Binder ganó, pero otros pilotos KTM hicieron muy buen papel, como Pol Espargaró luchando delante por puestos de cabeza hasta que se cayó por una dudosa maniobra de Zarco, y Miguel Ángel Oliveira, que terminó quinto con la moto del Tech3 superando al propio Rossi. KTM ha llegado para quedarse.

Si KTM y Binder fueron las sorpresas positivas, en el lado opuesto están Yamaha y Honda. El segundo puesto de Morbidelli con la moto del Petronas es el único balance positivo de la casa de los diapasones. Rossi tiró de casta y veteranía pero sólo pudo ser sexto con la moto de fábrica, pero fue superado por la Suzuki de Rins y la KTM de Oliveira. La brillante luz de Quartaro se tornó en oscuridad inmensa cuando el francés de ser tercero empezó a caer hasta terminar en un séptimo, demasiados extremos para un piloto al que denominan el “antimárquez” pasar del primero al séptimo. Y Maverick Viñales fue 12º, al parecer por las gomas.

Y si en Yamaha todo fue regular nada más, lo de Honda fue una debacle en toda regla. La primera moto del ala dorada clasificada fue Nakagami, el 8º. El lesionado -y desmotivado- Crutchlow fue 14º y para encontrar a las dos motos oficiales del Repsol hay que seguir bajando, con Álex Márquez 15º y el sustituto Bradl 18º y último clasificado. Y se seguirán preguntando el por qué del fichaje de Pol y pasar al pequeño de los Márquez al equipo satélite. Pues muy sencillo, porque ahora mismo Honda sin Marc no es nada, y necesitan un piloto rápido que traiga y puntos y luche por estar arriba, algo que ahora mismo no tienen. Por cierto que la vuelta del ‘Chico Maravilla’ se espera para Misano, aunque quizás pueda adelantarse a la segunda carrera de Austria. Y es que los resultados de esta carrera le han dado oxígeno y aún podría poner patas arriba el Mundial.

Hablemos de Johan Zarco. Nunca he sentido gran simpatía -deportivamente hablando- por el piloto galo. Tiene dos mundiales de Moto2, pero un historial de tipo mentalmente volátil y con la cabeza sin amueblar. Logró la pole y terminó tercero con la Ducati del equipo de Raúl Romero, el más modesto de la parrilla. Fue la mejor Ducati por descontado y eso que es una moto del año pasado. Rodó rápido contra motos de fábrica, pero también tiró a Pol. El año pasado abandonó el equipo oficial KTM en plena temporada, sí, la moto que ganó en Brno podía haber sido la suya. Así es Zarco, una de cal y otra de arena, más bien una de cal y cuatro de arena… pero bueno. Ducati se puede decir que fue el tercer fabricante que tuvo una debacle absoluta, y en plena búsqueda de un piloto para el equipo oficial y ante un Dovizioso totalmente desdibujado, ¿sería una buena opción probar a Zarco en la fábrica o en el Pramac? 

Para terminar, un par de elogios a dos pilotos que demostraron su casta y su espíritu de lucha: Álex Rins, con un muy meritorio cuarto puesto con su Suzuki ; y a Albert Arenas, que luchó como un jabato en Moto3. Ambos están lesionados.